"Se a(r)mo con valor, se llevó su alma y le puso fin al cuento" (Omarr Concepción)

    En estas aciagas horas, más bien días, donde este dichoso virus se ha apoderado de mi cuerpo y sobre todo de mi mente, decidí volar todo por los aires.

No se si fue la forma o el momento más adecuado, pero un día, sabiendo que me iba a estrellar, aceleré, y de repente vino la nada.

Fue un día algo extraño, ya estaba cansada de mendigar cariño, de conformarme con las migajas de la atención que me daba y decidí despedirme, sin más. Ilusa de mi esperaba una contestación, una señal de estar vivo, pero obtuve la nada, ninguna respuesta a mi adiós. Me gustaría decir que me extraña y me duele, pero la verdad es que no, no me extraña para nada...

    Y en esta noche de dolor de cabeza y cansancio, me he dado cuenta, que tampoco me duele. Poco a poco me fui acostumbrando a su ausencia, a sus migajas de atención, a su falta de cariño, hasta el punto, de que un día, así sin más, no sentía nada por él, absolutamente nada...

Me ha costado llegar a reconocer y entender este sentimiento, es algo raro para mí, siempre he amado intensamente, he querido intensamente, y cuando he roto una relación, se volvía contra mí. Es lo que tiene la intensidad, para lo bueno y para lo malo. Pero supongo que cuando no hay ya nada, nada se puede sentir. 

Podría ser cínica y pensar en conservar una bonita amistad, pero para qué, la verdad. Busco una relación, con su intensidad, con sus sentimientos plenos, con su desenfreno, con la implicación por parte de ambos, por que sí, porque el amor no se contiene, no se mide, no se calcula y sobre todo, se siente, se siente desbocadamente, que ya vendrá el tiempo a traer la calma.

    En esta primera noche de insomnio, supongo que este virus ya remite y mi cuerpo vuelve a su normalidad, os deseo amor, del bueno, sin medida. Amad mucho y ser felices, que la vida está para vivirla.